MARCA (22-11-2020)
"El sexo y la discapacidad durante
mucho tiempo fueron dos temas tabú y juntos aún más", confiesa Enrique Plantey, esquiador paralímpico en Sochi 2014 y en
Pyeongchang 2018. El argentino, que está escribiendo junto a su
novia Triana el libro Sexistimos, se quedó parapléjico
antes de saber lo que era un orgasmo o conocer las posiciones sexuales. Tenía sólo 11 años cuando sufrió el accidente de tráfico
que le dejó sin movilidad ni sensibilidad de cintura para abajo. El
24 de febrero de 1995, el argentino viajaba con su familia por la Ruta 22 desde
Neuquén hacia Loncopué, en la Patagonia. En el camino se encontraron con unos
amigos y pararon en el arcén para hablar. La mala suerte o el destino quiso que en ese momento se le
levantase el capó a una camioneta que pasaba por allí. El conductor perdió la
visibilidad y arrolló a su padre, a su hermano Nicolás y a él. Su
progenitor logró empujar a Enrique hacia adelante en cuestión de segundos, lo
justo para salvarle la vida. Él y su otro hijo la perdieron.
Enrique pasó cinco meses en un hospital haciendo rehabilitación y
aprendiendo a manejarse con la silla de ruedas. Poco antes de recibir el alta, un médico le visitó para hablarle
de la vida sexual que le esperaba. Con sólo 11 años era un tema
que ni se planteaba. "Yo no entendía nada de lo que me estaba contando. Me
decía que iba a tener una erección de tal forma y que iba a eyacular de tal
manera. Fueron datos que no me sirvieron. Me hubiera encantado que me hubiese
dicho que todavía tenía la mitad de mi cuerpo con sensibilidad y que buscase
ahí mis partes erógenas. Ahora tenemos un montón de herramientas que me hubiese
encantado que me hubiesen contado de niño. Que me hubiesen dicho que iba a tener placer como los
demás si conocía bien mi cuerpo y conectaba con la otra persona",
cuenta Enrique a MARCA desde Argentina vía zoom.
Sexistimos,
que mezcla las palabras sexo y existimos, verá la luz el año que viene. La idea
surgió durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19. "Va a ser como una guía para romper con todos los
tabúes, queremos que el tema se ponga encima de la mesa.
Hablaremos de sexo y discapacidad desde nuestra mirada en primera persona, y se
han sumado historias de otras personas con diferentes discapacidades. También
habrá una parte científica que hablará de medicaciones y fertilidad, otra sobre
juguetes eróticos y abordaremos el gran tema de los paraorgasmos", cuenta
Enrique.
'Paraorgasmos', el poder
del cerebro
¿Pero qué es un
paraorgasmo? "Conseguir una sensación orgásmica fuera de los genitales.
Todo se origina en el cerebro y cualquiera con cerebro tiene capacidad para
desarrollar un orgasmo estimulando otra parte erógena del cuerpo: el cuello,
los pezones... Cada uno tiene que descubrir cuál es la suya para saber qué
quieres que te hagan. Nuestra sexóloga dice que
mantener una relación sexual es como ir a una heladería porque uno tiene que ir
sabiendo ya los sabores que le gustan para pedirlos directamente",
dice.
"Con Sexistimos queremos
romper el tabú de que las personas con lesión medular son asexuados, que el
sexo no forma parte de su vida. Eso es mentira, lo forma al igual que el
deporte, el trabajo o la educación", dice Triana, que reconoce que en el colegio
católico en el que estudió apenas le hablaron de educación sexual. La española, que se fue a Argentina a estudiar la carrera de Enfermería,
recuerda que cuando empezó a salir con Enrique le chocaba que la gente le
preguntase por sus relaciones sexuales. "Para mí siempre ha sido una
relación normal. Cuando le conocí no le vi
limitaciones, tiene mucha personalidad. Él nunca se ha visto como alguien con
discapacidad y yo tampoco a él", reconoce.
A Enrique la silla de
ruedas nunca le ha frenado. De hecho, dio la vuelta al mundo durante un año -25
países entre los cinco continentes- junto a sus amigos como uno más. "La
silla me cambió muy poco mi forma de encarar la vida y de relacionarme. Y en el
sexo igual. Nunca pensé que no iban a querer tener relaciones conmigo", apunta
el esquiador paralímpico.
Reconoce que ha
habido mucha "prueba-error", pero como en todas las relaciones, y que
usan juguetes eróticos que le ayudan a eyacular de forma más rápida y que
actúan como un vibrador con Triana. También han probado una silla especial que
lleva un balancín. Puede que el lector no sepa que existe el sillasutra, la
versión en silla del kamasutra. "Hacer el amor en una silla de ruedas es
súper incómodo, pierdes el equilibrio. Estamos creando almohadones para hacer
posiciones sexuales en la cama o en el suelo en posición horizontal",
explica Triana.
El otro amor de
Enrique
Triana fue el mayor
apoyo de Enrique cuando se marcó como objetivo ir
los Juegos Paralímpicos de Sochi 2014. Entonces no había equipo
argentino de esquí adaptado y le acompañó por todos los centros de esquí del
hemisferio norte para lograr el nivel. "Hizo de coach, de acompañante y de
todo. Es una fenómena", dice Enrique, quien había empezado a esquiar con 16 años y casi de casualidad.
Solía acompañar a sus amigos en sus viajes de esquí y mientras ellos se
deslizaban por la montaña, Enrique se quedaba en la cafetería o hacía alguna
excursión. Pero una vez coincidió en Chapelco, en San Martín de los Andes
(Patagonia), con un clinic que estaba impartiendo un centro de esquí
estadounidense a los instructores para enseñar esquí a personas con
discapacidad. Y probó el esquí adaptado. "Fue un amor a primera vista por la liberta que me dio. Subirte
a aquella silla me permitió ir a velocidad, sentirme independiente y que podía
subir a la montaña como los demás y después bajarla a toda velocida",
recuerda.
Tras participar en
los Juegos de Sochi,
recibió el apoyo de la Federación Argentina y se formó un equipo de esquí
adaptado por primera vez. También compitió en Pyeongchang 2018, donde quedó
undécimo en eslalon, y ahora se prepara para Pekín 2022.
"Mi objetivo es estar entre los 10 mejores del mundo en alguna de las
disciplinas en las que compita y disfrutar de este último ciclo
paralímpico", reconoce un Enrique que es feliz junto a sus dos amores:
Triana y el esquí.
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